¡Cambias o te cambian!

«El futuro tiene muchos nombres: para el débil es lo inalcanzable, para el miedoso lo desconocido y para el valiente la oportunidad». Así nos reta el poeta Víctor Hugo a pensar en nuestra actitud ante el cambio. ¿En cuál de las siguientes categorías de reacción a las transformaciones se ubica usted?

«¡Yo coordino!» Diversos especialistas consideran que un 3% de los miembros de las organizaciones dan un paso al frente y asumen la responsabilidad del liderazgo de un proceso de cambio. Son proactivos y aceptan riesgos, pues saben que lo que cuenta es intentar triunfar sobre los obstáculos y aprovechar las buenas oportunidades para que su equipo sea mejor. Con gran voluntad guían al equipo en la travesía de las transformaciones.

«¡Yo ayudo en todo, pero no me pidan que coordine!» Aquí encontramos a un 13% de los miembros de las organizaciones. Están totalmente matriculados con los cambios, pueden hacer todas las tareas necesarias, incluyendo las desagradables. Eso sí, no aceptan ejercer la coordinación pero están dispuestos a hacer lo demás para alcanzar el éxito. Constituyen el equipo de apoyo inmediato e incondicional de los líderes del cambio.

«¡Tiéntenme, convénzanme!» Un 34% de las personas dudan del valor de involucrarse en el cambio; pero son propensas a escuchar argumentos. Si perciben que la motivación externa o la recompensa es buena, terminarán matriculándose en el proceso. Para el escritor Michael Levine, quienes dudan de hacer planes es porque también dudan de su capacidad para cumplirlos. Los «convencibles» están esperando buenos argumentos para confiar en sus talentos, en la conveniencia del cambio y así lanzarse en pos de las transformaciones.

«¡Me lo tienen que demostrar!» Al anterior 50% se suma ahora otro 34% de personas incrédulas, escépticas y que niegan las bondades de los beneficios de cambiar. Su resistencia se debe a que temen más ser conquistados por el cambio que conquistar el futuro; por eso exigen que les prueben que éste vale la pena y que podrán seguir disfrutando de seguridad y vigencia. Este grupo es terreno fértil para líderes que alumbren el camino, inspiren rumbos y sean ejemplo de que es factible ser y estar mejor.

Finalmente, argumentan los investigadores del cambio, existe un 16% de los miembros de las organizaciones que dicen «¡Yo no cambio, ni me hablen de eso!» Se les conoce, peyorativamente, como «lagartos enyesados o dinosaurios». Se oponen a cambiar y terminan siendo cambiados. Al negarse a salir de su zona de comodidad, terminan engrosando la lista de ex compañeros del restante 84% que, en una u otra forma se matriculó en la tarea de la transformación.

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