La prisa de pasar la página
¿Por qué algunos protagonistas de un episodio difícil en una organización, apurarían a sus miembros a “pasar la página” y concentrarse en el futuro? Una posibilidad es que ya se ha aprendido lo suficiente sobre lo sucedido. Otra, el deseo de evadir que se profundice el análisis y dejar al descubierto interpretaciones equivocadas y distorsionadas o mentiras maquilladas. El psicoterapeuta Albert Ellis identifica algunos posibles errores al procesar información.
En ocasiones, se señala apenas una parte de una realidad. A propósito, se ignora el resto de los datos, sin hacer una evaluación balanceada. Así, se puede reaccionar a una frase escuchada sin considerar el contexto, o se enfatiza una limitación de una persona sin valorarle integralmente. Esto es común cuando se intenta desprestigiar otros protagonistas en un conflicto.
Otras veces se generaliza excesivamente una calificación, estereotipo o concepto con base en uno o pocos hechos y se aplica a diferentes situaciones, aunque no tengan vínculo lógico entre sí. Por ejemplo: una persona afirma que el trabajo duro y disciplinado es necesario, pero se interpreta que ella califica a todos a su alrededor como vagos.
De similar forma, se hacen afirmaciones arbitrarias y exageradas sobre alguien en forma apresurada, sin pruebas de fondo. Se atribuyen virtudes o defectos a una persona con base en interpretaciones impulsivas y prejuiciadas, producto de una imaginación descontrolada carente de reflexión. “No quiere aprender, miren, hasta se duerme en clase por fiestero,” infiere arbitrariamente un profesor la conducta de un estudiante enfermo.
Otro error se comete al evaluar situaciones de un modo desmedido, agrandando o reduciendo sin moderación su importancia. Es frecuente si se desea desmeritar a alguien que cometió una equivocación pese a sus virtudes o resultados. O bien, sucede lo contrario, se infravalora un hecho para encubrir su relevancia o distraer la atención sobre el mismo. Si se percibe que se está acudiendo a estas exageraciones, se procura dejar todo atrás y rápido, para no tener que rectificar o disculparse por el daño ocasionado a la honorabilidad ajena.
En otras oportunidades los logros o fracasos se atribuyen a una sola persona, sin reconocer los méritos o responsabilidades propias y de terceros. Si algo sale bien, algunos dirán “yo lo logré…” Pero ante hechos negativos entonces dicen: “fulano es el único responsable…” Así, los fracasos y éxitos se personalizan, sin razón, en un único culpable de los mismos.
También, bajo un pensamiento absolutista, no se exploran puntos medios para evaluar y emitir juicios sobre situaciones o personas. Algo es bueno o malo, blanco o negro, es todo o nada. Quienes lo usan, son extremistas y superficiales en su juicio al no considerar circunstancias, diversidad, ni balances.
La psicóloga Josymar Chacín recomienda que para evitar estas equivocaciones se debe: comprobar los hechos, ver las cosas desde la perspectiva de las personas afectadas, expresar solo lo que es útil para mejorar situaciones, indagar otros puntos de vista y pensar en matices grises (salvo en temas éticos). Al actuar así, no habría necesidad de “pasar la página” tan rápido, tan solo por el temor a ser descubiertos cometiendo estos errores. De todos modos, como dijo Epícteto, “la verdad triunfa por sí misma, pero la mentira siempre necesita complicidad.”
Tomado de German Retana