Organización Bipolar

¿Quién de nosotros no experimenta cambios súbitos de estados de humor y de conductas contradictorias entre sí? El problema surge cuando esa inestabilidad es severa, frecuente y varía entre extremos que complican relaciones, ambiente de trabajo y confianza entre personas. Eso mismo sucede en las organizaciones «bipolares». 

Al igual que las personas, las empresas pueden presentar rasgos de bipolaridad. Es decir, pasar súbitamente de comportamientos de «manía» a los «depresivos» o viceversa. Una organización con episodios maníacos, frenéticos o delirantes, exhibe una desbordante energía, piensa que puede lograr todo y es muy exigente consigo misma. Hasta allí no hay problema; pero también se cree poderosa e inequívoca al extremo de volverse extravagante, irritable, carente de comprensión sobre sus limitaciones o el entorno, y padecer una peligrosa negación de la realidad que le advierte que está en problemas.

La exagerada percepción de grandeza, capacidad y poder durante los períodos de manía, conlleva alguna agresividad contra quienes indiquen que algo anda mal. El desenfoque, desconcentración o dispersión de los esfuerzos causa desconcierto a sus clientes. Las caprichosas decisiones que se toman en momentos así, pueden implicar gastos y riesgos irracionales que luego tomará recursos y tiempo solventar.

En el otro extremo, cuando la organización vira hacia sus momentos depresivos, evidencia estos síntomas: súbita inactividad, pérdida de pasión por el valor de su misión, decaimiento de interés por la innovación, manifestaciones de agotamiento mental y dificultad para tomar decisiones. Así, la energía disminuye, los compromisos se incumplen y la evasión de la responsabilidad por actuar le conduce a declararse víctima del entorno o competencia externa, pero no de su incompetencia interna. Incluso, ocurre un ensimismamiento o ambiente cerrado a influencias externas, agravando su divorcio con la realidad.

Además de los episodios de manía y depresivos, las organizaciones pueden padecer de los mixtos, en los cuales los síntomas de los dos primeros, alegría y tristeza, por ejemplo, se presentan simultáneamente.

El origen de la bipolaridad en el ser humano es una inestabilidad en la transmisión de impulsos nerviosos en el cerebro, un desequilibro de los neurosistemas. En modo similar, en el alto mando o «cerebro» de una organización puede presentarse una exagerada inestabilidad, conflictos extremos entre líderes y cambios repentinos en su humor. Los equipos se parecen a quienes los dirigen, por lo que el compromiso de prevenir la bipolaridad debe ser compartido por los líderes de equipos, verificando periódicamente la salud de sus relaciones y conductas mutuas.

Tomado de la columna semanal de German Retana