Prisioneros en la mente

«¡Aquí nos agrada complicar lo simple! ¡Incluso ante problemas nuevos no resolvemos, solo nos devolvemos al viejo modo de reaccionar!» ¿Qué debe cambiar para que todo cambie? Como bien dice la sabiduría popular: Si queremos transformar el modo de actuar tendremos que modificar el modo de pensar. En lugar de argumentar que somos prisioneros de lo que ocurre en nuestro ambiente, debemos determinar si acaso no somos nosotros los presos de nuestra mente.

Identifique un problema muy serio que esté confrontando. Ahora verifique con profundidad lo siguiente: ¿Cree que la identificación es realmente rigurosa? ¿Es ese un verdadero problema? ¿Qué méritos tiene la situación para ser calificada como muy seria? ¿Seguro que usted es quien confronta el asunto? Aunque esté conforme con las respuestas, pregúntese de nuevo: ¿Es esta la única forma de responder estas preguntas? ¿Hay otra mejor? Y repita varias veces este ciclo hasta constatar algo curioso: llegará a una nueva definición «del tal problema», de su magnitud y hasta de su vínculo personal en el asunto.

Sin embargo, el cambio más asombroso no ocurrió en «la situación», sino en usted. Al observar críticamente cómo estaba definiendo la situación hubo un cambio en el enfoque, en la valoración de las cosas, en criterios para juzgar y en intensidad para pensar. O sea, usted se transformó en un observador diferente, más agudo, pragmático y sensato. A lo mejor hasta llegó a la conclusión de que no hay un problema y que ni siquiera es algo que hubiera estado bajo su ámbito de responsabilidad.

Algunas personas suelen ser reactivas ante las circunstancias, actúan sin premeditación, o son controladas desde afuera por terceros. Así es como se afectan relaciones y se deja de convivir en armonía. El dejar de ser reactivos y concentrase en «observar al observador», evitaría ser obcecados en la repetición de los mismos errores de siempre.

Ver las cosas en un modo diferente activa un círculo virtuoso que conduce a la madurez y a una mejor calidad de vida; se previene la proliferación de padecimientos en relaciones, actitudes negativas adictivas y el estancamiento de ideas. El premio será nuevas capacidades para descubrir lo que estaba oculto y hacer lo que antes parecía imposible. La productividad creciente, la armonía y la habilidad de un equipo para resolver conflictos evidencian que sus miembros son capaces de innovar su modo de pensar. Entonces evitan la esclavitud en paradigmas o volverse infértiles a nuevas ideas.

Pero esto sólo es posible si el equipo aprende a observarse a sí mismo, a conversar con profundidad y transformar sus interpretaciones de la realidad con más sabiduría, la llave para abrir la celda mental en que a veces nos enclaustramos. ¿Usted se observa o solo mira hacia fuera?

german.retana@incae.edu